La invasión francesa de México fue un intento de Napoleón
III de revivir el Imperio francés, así como de prevenir el crecimiento de los
Estados Unidos a través de alguna anexión de territorio mexicano. Fue
devastadora para México, ya que sólo ayudó a incrementar el periodo de
inestabilidad y agitación durante parte del siglo XIX. Además incrementó la
deuda externa y creó una disrupción en la producción agrícola e industrial.
La caída del imperio de Fernando Maximiliano de Habsburgo
es atribuida principalmente a la retirada de las tropas francesas, pero el
corte liberal con el que gobernó Maximiliano fue un factor interno que también
desempeñó un papel. Las medidas liberales que expidió Maximiliano, como la que
instituía la educación primaria laica, gratuita e ineludible, le granjearon el
rechazo de los conservadores, con los cuales compartía el gobierno, sin ganarle
a cambio el favor de los liberales republicanos. Aunado a eso, la retirada de
las tropas francesas en un momento crítico, cuando los republicanos seguían
hostiles y sin haber llegado a un acuerdo con ellos por el cual reconocieran el
Imperio, facilitó la reconquista de los territorios perdidos.
Sin embargo, la invasión francesa y la ulterior
instauración de la monarquía Habsburgo fue posible más por factores externos
que internos.[cita requerida] Los planes de posicionamiento francés en ultramar
aprovecharon el hecho de que los Estados Unidos de América se encontraban
inmersos en la Guerra de Secesión, lo que garantizaba que éstos no estarían en
posición de apoyar a los federalistas mexicanos.
Sin embargo, en el mismo tiempo se sucederían dos hechos
cruciales y que serían parte de la causa de la derrota de la ocupación
francesa:
Los federalistas de los Estados Unidos ganaron la guerra
de secesión, estando ahora sí en mejor posición para ayudar con armas y
logística a Benito Juárez, quien se encontraba en ese entonces con su gobierno
paralelo en Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) y con ello, las guerrillas
mexicanas comenzarían a producirle derrotas al ejército francés, como las
batallas de Santa Gertrudis, La Carbonera, Miahuatlán y la batalla del 2 de
abril, entre otras más.
El Imperio Austriaco había perdido la Guerra de las Siete
Semanas[cita requerida] frente a Prusia en el año anterior. Con el nuevo
escenario europeo, el interés por los gobiernos franceses y austriacos en
sostener una guerra en América se vio reducido.
A lo anterior hay que sumar una Austria devastada por la
pérdida de la guerra Austro-Prusiana, por lo que tampoco Francisco José
(emperador de Austria) estuvo en posición de ayudar ni a su propio hermano,
Maximiliano I de México.
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